La Dramaturgia del director.

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Hoy día es casi una constante que, al aceptar un trabajo, una directora o director también esté aceptando trabajar como dramaturga o dramaturgo; parece ser que ambas labores van de la mano en el ochenta por ciento de los casos. Las razones pueden variar, pero el resultado es siempre el mismo. Sea porque hay que crear la obra a la par que es montada, sea porque se trata de una versión de un clásico que necesita una traducción y una adaptación acorde con las necesidades de la producción, o sea porque se ha tenido que escribir un texto para poder llevarlo a escena, el caso es que el trabajo de dirección está irremediablemente relacionado con la creación o manipulación de una dramaturgia.

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Este proceso se basa tanto en la concepción estética como en las limitaciones de la producción. La cantidad de actores, las posibilidades escenográficas, de vestuario, música, etc., influirán directamente en el resultado final del guión, ese que recibirán los intérpretes y sobre el cual se trabajará en los ensayos. Pero no hay escapatoria: sea por que debe escribirse expresamente, sea porque otro más capacitado lo hará, poniendo sobre el papel lo que bulle en su imaginación, la tarea de crear una dramaturgia del texto siempre recae sobre el director.